jueves, 16 de noviembre de 2017

Viajeros del tiempo

Los actores son los únicos que de verdad viajan en el tiempo a través de un film hacia el futuro y hacia la gente... pero es que, no sólo en un bucle sempiterno, también para algunas de esas películas pueden llegar a viajar hasta el pasado.

Algunos actores como "el mejor actor del mundo", se meten en su papel meses antes y durante el rodaje aunque ponga en riesgo su salud anclándose en una época en la que no había medicinas para "meterse mejor en el personaje".

Somos, son, viajeros del tiempo que juegan con su vida y sus comodidades. Son seres sensibles que confunden sus sentimientos a placer para que el espectador crea lo que se creó el mismo. Estar enamorado de alguien que apenas has visto dos veces en los ensayos y que parezca el amor de tu vida, que sea real, porque se llega a convencer de eso, se lo llega a creer es hasta doloroso a veces para el alma o el corazón. Pero cuando acaba la farsa cada uno a su casa.
Hay otros ejemplos más difíciles de ver o entender, como el entrenamiento de Tom Cruise para estar 5 minutos bajo el agua en apnea. Aún supongo que usarían bombonas de oxígeno con buceadores debajo sin salir en pantalla para aguantar más allá de las tomas falsas, cortes y claquetas para rodar escenas en el agua helada.

Sin embargo, lo que me fascina más es que la gente se crea que son "expertos (en seducción) en mentie". Que no se puede creer a un actor porque te estará engañando seguramente, que siempre hay que dudar de él cuando lo que hace o debería hacer estudiando desde un principio es aprender a sentir, a usarse como filtro de las emociones y expresiones humanas más profundas, superficiales o conocidas humanamente por todos. Un actor no es aquel capaz de mentir, eso es un político, un abogado o un mentiroso; un actor es aquel capaz de sentir, de creer, algo que no es, o por la ilusión que ello conlleva o por el convencimiento de que esta haciendo algo bueno para bien. No es más que un vehículo o herramienta para llevar las ideas y criticas de la pantalla al espectador, y sin embargo, es la pieza fundamental clave con la que se arma una película.
Herramienta y pieza a la vez, todo en uno. Aunque sea a veces sólo por sacarnos unas sonrisas o por entretenimiento, pone su vida e integridad a veces al servicio de los demás como un bufón de la corte así como abandona a veces su privacidad como contrato social no estipulado que se pretende pagar con lo que se pague.

Lo peor de todo eso sería ser famoso o tener fama sin dinero, contratos de trabajo, o, peor aún, sin tener nada que decir.